
Vivo en Dhaka, una ciudad que nunca se detiene. Desde el amanecer hasta la medianoche, las calles vibran con actividad: los rickshaws se abren paso entre el tráfico, los vendedores ambulantes pregonan sus productos y el aroma a té y especias impregna el aire húmedo. El río Buriganga corre caudaloso a nuestro lado, portador de vida y de lucha. Dondequiera que mires, hay gente: millones de historias entrelazadas en un ritmo implacable.
Daca es el corazón de Bangladesh: orgullosa, creativa y resiliente. Sin embargo, tras el bullicio y el colorido, se esconde el agotamiento. Muchos luchan a diario por sobrevivir. Los pobres duermen bajo los puentes, los niños mendigan en las esquinas y los trabajadores textiles salen de las fábricas tras largas jornadas. Aun así, hay alegría en las pequeñas cosas: risas durante una comida compartida, una canción que surge de una iglesia con techo de hojalata, una oración susurrada en medio del caos.
La mayoría de los habitantes de Dhaka son musulmanes devotos; la llamada a la oración resuena por toda la ciudad cinco veces al día. La fe está por doquier: escrita en las paredes, expresada en los saludos; sin embargo, pocos conocen la paz de Aquel que puede aquietar el corazón. Para quienes seguimos a Jesús, la fe suele ser silenciosa pero firme. Nos reunimos en pequeños grupos, alejados del foco público, pero llenos de adoración. Creo que Dios no ha olvidado esta ciudad. En los mercados abarrotados, en las fábricas textiles, en los campos de refugiados en las afueras, su luz comienza a brillar.
Creo que algún día Dhaka no solo será conocida por su ruido y sus cifras, sino por su nueva canción: un coro de voces redimidas que se elevan por encima del rugido de la ciudad, proclamando que Jesús es el Señor.
Orar por Los millones de habitantes de Dhaka que se sienten invisibles —los pobres, los huérfanos y los trabajadores sobrecargados de trabajo— deben saber que Dios los ve y los ama.
(Salmo 34:18)
Orar por Los seguidores de Jesús deben ser luces en sus vecindarios, lugares de trabajo y escuelas, mostrando a Cristo a través de la bondad y la verdad.
(Mateo 5:16)
Orar por que los corazones del pueblo bengalí se abran a la paz y la libertad que solo se encuentran en Jesús.
(Juan 8:32)
Orar por Trabajadores exhaustos, madres y niños de la calle encuentran descanso y refugio en la presencia de Dios en medio del caos de la ciudad.
(Salmo 46:1–2)
Orar por El renacimiento fluirá por Dhaka como el río Buriganga, limpiando, sanando y trayendo nueva vida a esta ciudad de millones de habitantes.
(Isaías 44:3)



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