India es una tierra de color, complejidad y contradicción. Sin embargo, bajo los vibrantes festivales y las calles abarrotadas se esconden profundas divisiones: tensiones religiosas, hostilidad política, resentimiento de castas y desconfianza cultural. Estas divisiones se han profundizado en los últimos años, enfrentando a menudo a vecinos y a la ley contra la libertad. En algunos estados, las protestas por la identidad, la tierra o la fe han desembocado en violencia y miedo.
Pero Dios ve lo que ningún medio de comunicación puede captar plenamente: el alma herida de una nación. Él no es indiferente al odio, la injusticia ni la opresión. Él es el Sanador que proclama la paz sobre el caos y llama a su pueblo a ponerse de pie. Mientras los políticos hacen campaña por el poder, la Iglesia debe interceder por misericordia.
Oremos para que la sanación no sea sólo estructural, sino espiritual; que los corazones se ablanden y los muros de hostilidad caigan a través del amor de Jesús.
Al comenzar este tiempo de intercesión por la sanación en toda la India, debemos observar no solo las divisiones superficiales, sino también las heridas más profundas causadas por siglos de injusticia sistémica. Entre ellas,
El dolor de la casta continúa dividiendo comunidades y almas por igual…
Oremos por la paz en las regiones afectadas por la inestabilidad y por un liderazgo justo en los gobiernos locales y nacionales. Pidamos a Dios que traiga estabilidad basada en la verdad y la compasión.
“¡Que fluya el derecho como un río, y la rectitud como un arroyo inagotable!” Amós 5:24
Pídale a Dios que levante pacificadores —pastores, creyentes y jóvenes— que reconcilien a las comunidades desgarradas por la sospecha y el recelo, la lucha y la persecución.
Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Mateo 5:9
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