Japón

Si bien Japón ha sido tradicionalmente clasificado como una nación budista, la realidad es que se ha vuelto cada vez más posreligioso. Algunas prácticas budistas continúan, como visitar y mantener tumbas ancestrales, usar amuletos de buena suerte y registrar los nacimientos en el templo budista local. Sin embargo, la mayoría de los ciudadanos japoneses, especialmente los menores de 50 años, no se identifican como seguidores de ninguna religión.

En esta sociedad altamente competitiva, a menudo se considera débil ser religioso. Algunos han llamado a Japón “una superpotencia sin brújula moral”. Un resultado de este aburrimiento es una alta tasa de suicidio, especialmente entre los jóvenes. Más de 30.000 cada año se quitan la vida.

Muchos japoneses elegirán aspectos del sintoísmo, el budismo y las prácticas ocultas o animistas y desarrollarán su propia fe personal sin preocuparse por las contradicciones. Un gran énfasis en este sistema de creencias es que los dioses están en todas partes, incluidas las piedras, los árboles, las nubes y la hierba.

Dado que hay muy pocos cristianos en Japón, es difícil obtener biblias y otra literatura basada en la fe. Relacionado con esto está el hecho de que muchos de los pastores actuales son ancianos pero no pueden jubilarse porque no hay nadie que se haga cargo de su congregación.

La mayoría de la comunidad cristiana en Japón son mujeres. Los hombres trabajan tantas horas que no tienen tiempo para la religión. Esto se convierte en un problema que se refuerza a sí mismo: tener pocos hombres en una iglesia confirma la idea errónea de que la iglesia es principalmente un lugar para mujeres.