Camino por Jaipur, la Ciudad Rosa, donde el sol tiñe las paredes de arenisca de tonos rosados y dorados. Dondequiera que miro, la historia susurra: desde los palacios y fuertes ornamentados hasta los bulliciosos bazares repletos de vibrantes textiles y especias. Templos hindúes y mezquitas musulmanas se alzan uno junto al otro, un recordatorio de la belleza de la diversidad, pero también del dolor que a veces ha fracturado nuestras comunidades. No puedo olvidar los ecos de la violencia pasada que dejó corazones desconfiados y barrios divididos.
Incluso en medio de esta riqueza, veo los profundos contrastes de la vida: niños vendiendo juguetes en calles abarrotadas mientras los centros tecnológicos bullen de innovación; familias devotas junto a quienes buscan un sentido a la vida; tradiciones centenarias que se funden con el bullicio de la modernidad. Estos contrastes me pesan en el corazón, especialmente los pequeños: tantos huérfanos, vagando por las calles y estaciones de tren sin hogar, sin seguridad, sin nadie que los cuide.
Sin embargo, al caminar, también siento la acción de Dios. Veo semillas de esperanza en quienes se ofrecen a ayudar, en las familias que abren sus corazones y en los susurros de oración que surgen de rincones escondidos. Creo que Él está levantando a su pueblo aquí en Jaipur para que su amor, su justicia y su verdad irradien cada calle y cada hogar.
Estoy aquí para orar, servir y ser sus manos y pies. Anhelo que Jaipur despierte a Jesús, no por mi fuerza, sino por su Espíritu, transformando mercados, escuelas y familias, sanando heridas y mostrando a todos que la verdadera esperanza y paz solo se encuentran en Él.
- Oremos por los niños de Jaipur, especialmente por aquellos que deambulan por las calles y estaciones de tren, para que encuentren hogares seguros, familias amorosas y la esperanza de Jesús.
- Oremos y pidamos a Dios que ablande los corazones de mis vecinos de todas las comunidades (hindúes, musulmanes y otros) para que puedan experimentar Su amor y sentirse atraídos hacia Jesús.
- Oremos por valentía y sabiduría para que los creyentes de Jaipur puedan compartir el Evangelio en hogares, escuelas y mercados, llevando luz a cada rincón de esta ciudad.
- Oremos y elevemos a los líderes y obreros de nuestras iglesias y movimientos, pidiendo a Dios que los fortalezca con valentía, discernimiento y protección sobrenatural mientras discipulan a otros y plantan comunidades de fe.
- Oremos para que una ola de oración y avivamiento se levante en Jaipur, tocando cada calle, cada barrio y cada corazón, para que el Reino de Dios avance en poder y amor.
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