Pero Sión dijo: «El Señor me ha abandonado; el Señor me ha olvidado». «¿Puede una madre olvidarse de su bebé de pecho y dejar de compadecerse del hijo que ha dado a luz? Aunque ella lo olvide, yo no me olvidaré de ti. Mira, te tengo esculpida en las palmas de mis manos; tus muros están siempre delante de mí». — Isaías 49:14-16
El amor de Dios por Israel es inquebrantable. Aunque Sión se siente abandonada, el Señor responde con la tierna imagen de una madre que amamanta, pero aún más fiel. Él es un Dios que cumple su pacto. Deuteronomio 32:10-11 describe su cuidado, diciendo que Israel es «la niña de sus ojos», el centro mismo de su mirada. Zacarías 2:8 lo reafirma al declarar: «Quien te toca, toca a la niña de sus ojos».
Testimonio:
Un pastor descubrió que el edificio de la iglesia que ahora usaba su congregación había sido sede de manifestaciones antijudías durante la era nazi. Profundamente convicto, dirigió a la iglesia en un servicio especial de arrepentimiento, no solo por los pecados históricos, sino también por el silencio e indiferencia constantes de la Iglesia hacia el pueblo judío. Invitó a los creyentes judíos de una congregación mesiánica local a unirse a la reunión. En un profundo momento de reconciliación, los ancianos judíos dieron un paso al frente y ofrecieron palabras de perdón:
Lo que has confesado, el Señor ya te ha perdonado. Caminemos juntos de hoy en adelante.
Isaías 49:14–16
Deuteronomio 32:10–11
Zacarías 2:7–8
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