A diferencia de la mayor parte del mundo musulmán, Irán es un país chiita. Los musulmanes chiitas representan el 151% de los seguidores del islam en el mundo.
La combinación de años de sanciones económicas, así como las consecuencias sociales actuales provocadas por la muerte de Mahsa Amini a manos de la Policía de la Moralidad, ha convertido a Teherán en un hervidero de agitación. Esto está creando oportunidades para compartir el mensaje evangélico de esperanza.
Dado que algunos de sus líderes han sufrido muertes violentas y martirizadas, los chiitas comprenden que un hombre justo puede ser asesinado por los injustos. Por esta razón, la muerte de Cristo en una cruz romana no les resulta tan ajena como a los sunitas.
Estos son solo algunos de los muchos factores que contribuyen a que Irán albergue la iglesia de seguidores de Jesús de más rápido crecimiento en el mundo. Oremos para que los deseos de los iraníes de grandeza, prosperidad, libertad e incluso rectitud se cumplan finalmente mediante la adoración a Jesús.
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