Yo vivo en Trípoli, Libia, una ciudad donde el mar se encuentra con el desierto, donde el azul del Mediterráneo roza el dorado horizonte del Sáhara. Nuestra ciudad está repleta de historia; durante miles de años, Libia fue gobernada por otros, y aún hoy sentimos el peso de ese legado. Desde nuestra independencia en 1951, hemos conocido el ascenso y la caída de líderes, la promesa de prosperidad gracias al petróleo y el dolor de la guerra que aún resuena en nuestras calles.

La vida en Trípoli no es fácil. Nuestra nación aún lucha por encontrar la paz y la estabilidad. Muchos aquí están cansados del conflicto y la pobreza, preguntándose si nuestro país sanará algún día. Sin embargo, incluso en esta incertidumbre, creo que Dios no ha olvidado a Libia. En reuniones secretas y oraciones silenciosas, una pequeña pero firme Iglesia perdura. Adoramos en susurros, confiando en que nuestras voces llegan al cielo aunque el mundo no pueda oírlas.

Aquí la persecución es feroz. Los creyentes son arrestados, golpeados y, a veces, asesinados. Sin embargo, nuestra fe se fortalece en la oscuridad. He visto a Jesús infundir valor donde antes reinaba el miedo. He visto el perdón donde antes ardía el odio. Incluso en el silencio, el Espíritu de Dios se mueve por esta tierra, llamando a los corazones a salir de las tinieblas.

Este es un nuevo comienzo para Libia. Por primera vez, percibo que la gente busca la verdad, la esperanza, la paz que la política y el poder no pueden brindar. Creo que lo que comenzó en secreto un día se proclamará a los cuatro vientos. Trípoli, otrora conocida por la agitación y el derramamiento de sangre, un día será conocida por la gloria de Dios.

• Orar por paz y estabilidad en Libia, para que los corazones cansados del conflicto se encontraran con el Príncipe de la Paz. (Isaías 9:6)

• Orar por Valor y protección para los creyentes en Trípoli que arriesgan sus vidas para seguir a Jesús. (Salmo 91:1–2)

• Orar por Aquellos que buscan esperanza en medio del miedo y la pérdida, para encontrar la verdad y la libertad en Cristo. (Juan 8:32)

• Orar por unidad y fuerza dentro de la Iglesia clandestina mientras llevan la luz del Evangelio por toda la ciudad. (Filipenses 1:27–28)

• Orar por Trípoli se convertirá en un faro de redención: una ciudad antaño marcada por la guerra, ahora conocida por su lugar de culto. (Habacuc 2:14)