“Oremos por la paz de Jerusalén¡Que estén seguros los que te aman! ¡Que haya paz en tus muros y seguridad en tus torres! — Salmo 122:6-7
El pueblo judío puede compararse con el "hijo mayor" de la parábola de Jesús sobre el amor del Padre (Lucas 15). Aunque fiel en muchos aspectos, al hermano mayor le costó alegrarse cuando el hijo menor regresó. Sin embargo, la respuesta del Padre está llena de misericordia: "Hijo mío, siempre estás conmigo, y todo lo que tengo es tuyo. Pero teníamos que celebrar... tu hermano estaba muerto y ha revivido; estaba perdido y lo hemos encontrado" (vv. 31-32).
En esta historia, vislumbramos el profundo deseo del Padre: no solo acoger a los perdidos, sino también reconciliar a los fieles. Dios anhela revelar su amor al pueblo judío, llevándolo a la plenitud de su herencia en Yeshúa, el Mesías.
También reconocemos la enorme necesidad espiritual: 8,8 millones de personas en Israel siguen sin recibir el testimonio del Evangelio —60% de ellas judías y 37% musulmanas—. Sin embargo, el amor de Dios se extiende a cada una de ellas, y sus promesas permanecen.
Salmo 122:6–7
Lucas 15:10
Lucas 15:28–32
Isaías 6:9–10
Mateo 13:16–17
1 Corintios 15:20
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