Camino por las calles de Argel y siento el peso de esta ciudad y esta nación oprimiéndome. Argelia es inmensa —más de cuatro quintas partes de ella están sumergidas en el infinito Sahara— pero aquí en el norte, a orillas del Mediterráneo, la vida late en nuestra ciudad. Argel resplandece con sus edificios encalados, lo que le ha valido el apodo de «Argel la Blanca». Sin embargo, para mí, ese nombre tiene un significado más profundo: muchos corazones aquí, incluido el mío, han sido lavados como la nieve por la sangre de Jesús.

Aun así, la necesidad es inmensa. Veo a millones de personas viviendo y muriendo sin conocer la esperanza que tenemos en Cristo. Incluso en mi ciudad de casi tres millones de habitantes, el islam domina, y el 99.9% de nuestro país sigue sin ser alcanzado. A veces se siente pesada esta tarea de traer luz a la oscuridad, pero creo que Dios me ha llamado a estar aquí, a orar, a vivir como testigo y a llevar su esperanza a cada calle, hogar y corazón de Argel.

- Oro por la sabiduría del Espíritu para nuestras iglesias clandestinas en casa. Al enviar equipos a la ciudad y más allá, especialmente al pueblo árabe argelino, pido a Dios que guíe cada paso, cada palabra y cada decisión.
Exalto la traducción de la Biblia en tachawit. Anhelo que la gente acepte la Palabra de Dios en su propio idioma, que escuche su voz con claridad y comprenda profundamente su verdad.
Mi corazón clama por la exaltación de Jesús aquí y por la sanación de las mentes y corazones de los nuevos seguidores. Muchos de nosotros cargamos con miedo, confusión y duda; oremos para que su presencia nos traiga paz, alegría y una fe firme.
- Oro para que los movimientos existentes de oración y de hacer discípulos aumenten en la formación de nuevos creyentes, para que puedan crecer fuertes en la fe, aprender a caminar con valentía y estar equipados para guiar a otros en el Evangelio.
Finalmente, anhelo ver el Reino de Dios venir a través de sueños y visiones. Oremos para que quienes están atrapados en la oscuridad vean la Luz del Mundo y sean liberados, despertando a la verdad de Jesús en sus vidas.